viernes, 3 de agosto de 2007

20/64

Esta casa ajena de pequeño espacio,
un niño, su infancia y yo,
su eterna infancia,
envidiada infancia,
con brazos firmes de zapatos,
ojos grandes como bastones,
palabras suaves como advertencias.

Jardinera abotonada con el mayor de las caricias,
caricias de lazos puros sin compromiso globular,
niño de madres prematuras,
niño de felicidad autentica,
niño...

ajeno en casa ajena,
yo, con esos mismos brazos firmes,
acompañado con esos grandes ojos,
con pelos teñidos,
estoy aqui y en todos lados
admirando al niño.