sábado, 29 de diciembre de 2007



Pensaba en lo que hacemos realmente como nosotros mismo y nose donde diferenciarlo con lo que nos inducen a hacer.
Necesitamos ser partes de algun grupo de "iguales", necesitamos ser parte de algo, llegando a ser lo que no somos en realidad. nuestro ego es la mayor mentira que nos tragamos, tratando de perteecer a grupos, quiza nos lleva a no ser nosotros sino a hacer "Lo que debemos" para poder ser alguien estimado como cuando necesitamos de un uniforme para pertenecer al colegio.
desde que nacemos nuestros padres nos transpasan su neurosis, nos enseñan a temerle a las arañas, a los ratones a que no debemos como tal cosa porque es caca y comportarnos como hijos y niños. asi de apoco nos van acomodando y moldeando para poder vivir en armonia con lo que nos rodea, disfrazandonos y creandonos personalidades impuestas.
pasamos a la adolescencia y nos enseñan a ser responsables, ser alumnos, a ser adolescentes, ser amigo y como disfrazan a nuestros pares ellos nos siguen disfrazandonos, ya no somos Yo sino que somos lo que los otros nos ven y esperan de nosotros como unos esclavos del como nos ven, sin dejarnos transpasar esa superficial paronamica dibujada.
pero para empeorarla nos creemos ello, nos creemos lo que hacen de nosotros y actuamos como eso, al final, somos actores de personajes nuestros.
como puedo diferenciar el personaje de mi y mi yo, sabiendo que creo mi propio personaje?
como podremos ser felices si como nos "quieren" y nos dan afecto es por nuestro personaje y no por lo que verdaderamente somos....

viernes, 28 de diciembre de 2007



Mi conexion esta bastante insuficiente como para hacer varias actividades, pero creo que va de acuerdo a como veo y reacciono a estas horas de la noche, cuando ya todo el dia esta en otro lado, las vocinas y motores no se escuchan y extraños las cosas buenas del dias para poder repetirlas mañana.
que cosas no... no sabemos si esque mañana despertaremos

domingo, 25 de noviembre de 2007

Creía que las naves volaban más rápido, pero me di cuenta el día que te fuiste, que no es así. Han pasado días largos como ese día, han pasado semanas y se ha completado el mes.

Ha sido como que aún estuviésemos despidiéndonos, como que aún podría decirte que no fueras por todas esas cosas que no querías que yo supiera. No puedo entender lo que me decías, hablabas como si no fueses tú, y yo tenia que escuchar como si no fuera yo ¿Qué tendría que haber escuchado? Tú estabas arriba de tus pies, hablándome, queriendo disculparte por algo que no tenía que disculparte, sino no escucharte.

Las naves no vuelan tan rápido, un mes que te fuiste, pero aún no veo tus huellas en este camino. Un mes y hubiese querido perdonarte, pero es inútil pensar que regresarías si lo hiciera. Solo tú y la tierra saben que hoy yo estoy aquí, mirando hacia mi espalda, tratando de comprender lo inútil. Si yo pudiese comprender el movimiento casi imperceptible de la tierra y las naves, las cosas serian como siempre las cuentan y nos hacen ilusión.

Simón, comiéndose sus uñas, hablaba en voz alta como si todo el mundo lo escuchase. Miraba hacia el cielo como pidiéndole que le prestara atención.

Simón aún no podía entender lo que había pasado con su novia.

Hace un mes había partido en un vuelo hacia París, el cual había caído diez minutos antes de llegar.

Le habían comunicado la noticia un día como hoy, el cielo estaba despejado, el sol había salido temprano y había una suave brisa. Nunca pensó que aquel viaje sería para siempre.

Ella tuvo que volar por una beca de perfeccionamiento, sin saber tampoco, el fatídico destino que tendría.

Simón no contenía la frustración hacia el mundo, balbuceaba sus lamentos, reprochaba a quien sabe quien, el miedo, la incomprensión, la angustia, tomaban posesión completa de todo lo que salía de su boca.

No podría comprender lo que sucedía, caía en un circulo vicioso, que solo hacia afianzar sus sentimientos.

Sonaban y sonaban sus palabras acompañadas del ruido del viento en los árboles, los pájaros, los autos en el pavimento y su soledad.

Recordaba sus días con Matilda, esos días inmensos, esos días llenos de sonrisas, cuyos sonidos, vistas, perpetuarían en su memoria.

Matilda era todo lo que él necesitaba, sus deseos más profundos, su apoyo incondicional, sus ojos, su pelo, sus cálidas manos, sus días en los campos, sus brazos en invierno, sus caricias en consuelos, su compañía en la inhóspita ciudad, su amor.

La soledad que embargaba a Simón era comprensible, sus días, sus acciones, todo era en torno a su relación con Matilda.

¿Qué fue lo que hice? ¿Por qué la dejé ir? Si hubiese sabido que el mundo me castigaría así, hubiese subido yo a ese maldito avión. ¿Por qué? ¡¿Por qué ella?! ¿Qué debiese hacer? Mi futuro ha sido cortado, degollado, convertido en nubes. ¿Dónde podré ir, sin necesitarla? ¿La Tierra se apiadará de mi soledad? ¿Cómo podré caminar otra vez, sin hundir mis pies debajo de la tierra? Todo de mi ha sido mutilado, incinerado. Yo fui muerto dentro de aquel avión, yo volé, yo extrañaba ver mis árboles, yo quería volver para ver todo lo que había dejado, yo esperaba visitas en mi nueva ciudad, yo no soportaba que no estuvieses, yo tendría que haber caído.

viernes, 3 de agosto de 2007

20/64

Esta casa ajena de pequeño espacio,
un niño, su infancia y yo,
su eterna infancia,
envidiada infancia,
con brazos firmes de zapatos,
ojos grandes como bastones,
palabras suaves como advertencias.

Jardinera abotonada con el mayor de las caricias,
caricias de lazos puros sin compromiso globular,
niño de madres prematuras,
niño de felicidad autentica,
niño...

ajeno en casa ajena,
yo, con esos mismos brazos firmes,
acompañado con esos grandes ojos,
con pelos teñidos,
estoy aqui y en todos lados
admirando al niño.

domingo, 22 de julio de 2007

Kino


Hoy no he ganado el Kino